domingo, 30 de noviembre de 2014

Aprimeravista.

La primera vez que te vi
me rompiste los esquemas y la mandíbula
de tanto abrir la boca.

Eché en la mochila ropa para dos días
y el orgullo que había estado acumulando durante meses,
las pocas ganas de buscar
y la contradicción que jugaba al tenis con mi coherencia.

Cuando llegué y me vi reflejada en los cristales de tus gafas de sol
solo pude pensar;
demasiado para mí.
Pero me gustan los retos
y asumí, como quien va a la silla eléctrica
que desde ese momento desdibujar con mis dedos
las líneas de tu cara
iba a ser mi pasatiempo favorito.

Aprendí que ni la prosa ni el verso valen
si no han escuchado un te quiero salir pedaleando de tus labios
con el esfuerzo que conlleva arrancarte un trozo de pecho;
un deporte extremo.

Y abrazo una a una las horas que pasé despierta para adivinar tus intenciones
mientras me balanceo entre el abismo de tus dientes
que es la mejor manera que existe de viajar.